jueves, 3 de mayo de 2012

Consideraciones ante el voto universitario



La transformación universitaria es un tema cuyo debate debe ser ampliado, en los últimos años tras la aprobación de la Ley Orgánica de Educación y de la suspensión de las elecciones para escoger decanos y rectores en diferentes universidades nacionales, ha cobrado fuerza el tema del voto universitario.

Antes de fijar una postura es necesario conocer algunos aspectos relacionados con la historia del voto universitario, la legislación, las paradojas del saber académico y las diferentes tendencias de las que se hablan en relación al voto.

El pasado 2 de mayo fui invitado a un foro llamado “Posturas ante el voto universitario… intereses UCVistas en contradicción” (foto) donde intente exponer de forma muy resumida lo siguiente:

Marco histórico:

Lo primero que debemos tener en cuenta es que la Ley de Universidades de 1970 es una reforma de la Ley de 1958 que se produjo luego de un allanamiento a la Universidad Central de Venezuela por parte del Gobierno de Rafael Caldera.

Según la Ley de Universidades de 1970, las autoridades universitarias eran elegidas por la  Asamblea de Facultad (Sección V) para el caso de los decanos y por el Claustro Universitario (articulo 30) para el caso de los Rectores (por ser poco nombrado, no debemos confundir al Claustro Universitario con el Consejo Universitario, la Asamblea de Facultad es al Consejo de Facultad lo que el Claustro Universitario es al Consejo Universitario)

La Asamblea de Facultad está integrada por los Profesores Honorarios, Titulares, Asociados, Agregados y Asistentes; por los representantes estudiantiles (25% de los miembros del personal docente y de investigación) y por los representantes de los egresados (5 representantes designados por su colegio profesional).

El Claustro Universitario está integrado por los Profesores asistentes, agregados, asociados, titulares y jubilados; por los representantes de los alumnos de cada Escuela (25% de los miembros del personal docente y de investigación y de forma proporcional a la matricula de cada escuela) y por 5 egresados de cada Facultad (60 en el caso de la UCV)

En el caso de las Escuelas, el Decano de la Facultad debe proponer al Consejo Universitario  promover o remover a los Directores de cada Escuela previo acuerdo con el Consejo de Facultad.

Dadas estas condiciones, la participación de los estudiantes a la hora de elegir a las autoridades universitarias era a través de elecciones de 2do grado, los estudiantes elegían a sus representantes en la Asamblea de Facultad y Claustro Universitario y eran ellos eran quienes votaban para elegir a las autoridades.

Sin embargo, esta situación que describo no es la que vivimos actualmente, la dinámica universitaria y social dio a relucir algunos aspectos que no podían ser satisfechos por la Ley de Universidades de 1970 y comenzaron a producirse cambios en la forma de participación, el primero de ellos fue en 1999 cuando el candidato a Decano de la Facultad de Humanidades y Educación (FHyE) Prof. Benjamin Sanchez se comprometió por escrito a realizar elecciones para elegir a los Directores de cada una de las Escuelas, ese año las elecciones de Directores también se dieron en Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (FaCES). Incluso, los estudiantes del momento lograron que en algunas escuelas el valor de su voto fuese mayor al 25% establecido para la Asamblea de Facultad y los estudiantes pudieron ejercer su voto de forma directa dando el primer paso para la abolición del sistema de elecciones de segundo grado.

Con el precedente de las elecciones de Directores que se dio en la FaCES y FHyE, los estudiantes lograron participar de forma directa en las elecciones rectorales del año 2000. Otros factores también influyeron en que la participación de los estudiantes en las elecciones fuese directa, una de ellas que los grupos estudiantiles que poseían los votos en el Claustro y la Asamblea “pedían mucho”, imaginen la clase de rosca que se daba y las cosas que ofrecían los candidatos.

Con respecto a la participación de los egresados en las elecciones universitarias, debemos destacas que para ellos el sistema no ha cambiado, hasta la fecha escogen a las autoridades universitarias a través de elecciones de segundo grado.

Hay algo que llama la atención, si en el pasado el porcentaje del valor del voto estudiantil aumento en  algunas escuelas, ¿Por qué no se mantuvo así en el tiempo? Simple, a un Decano de la FHyE, Piero Lo Monaco, le pareció demasiado injusto que el voto estudiantil en algunas escuelas valiera más que en otras y en complicidad con otros decanos decidieron igualar el valor del porcentaje del voto estudiantil a 25%...

Después de la toma del Rectorado en el 2002 y producto de la polarización comenzó una suerte de manipulación por parte de las autoridades universitarias, todo aquel que critique, que se queje, que luche por las reivindicaciones y que sea molesto para las autoridades era catalogado de “tomista” actualmente la situación no ha cambiado pero ahora los catalogan de “chavista”, fomentando una dicotomía absurda y anti universitaria al pretender hacer ver que las discusiones en la universidad, en este caso sobre el voto universitario, es una discusión entre chavismo – oposición y no una discusión por la transformación universitaria que critica algunas prácticas medievales de la universidad que no responden a la dinámica de la actualidad.

Enfrascados con las leyes
Diversas han sido las acciones y posturas de la universidad tras la suspensión de las elecciones decanales, la más reciente de ellas un informe consignado al Consejo Universitario llamado “Lasimplicaciones de la reforma electoral que se quiere imponer a la universidad” informe que fue solicitado por ese cuerpo un año después de que el TSJ suspendiera las elecciones decanales, recomiendo leerlo para comprender la postura oficial de la universidad. Todas estas posturas tienen un común denominador, la presunta ilegalidad en la cual incurriría la universidad en caso de incluir a los obreros, empleados, egresados y estudiantes de forma igualitaria en las elecciones de autoridades universitarias basándose en la Constitución de la República, la vigencia de la Ley de Universidades del 70 y los recursos de nulidad contra la Ley Orgánica de Educación introducidos por la universidad.

Evidentemente, el marco legal no ayuda a que se pueda ampliar la participación de la comunidad universitaria en los procesos electorales de la Universidad ya que “existen contradicciones”, sin embargo, si la universidad es tan puritana y apegada a la Ley de Universidades del 70 las autoridades seguirían siendo elegidas por las Asambleas de Facultad y Claustro Universitario en una elección de segundo grado para los estudiantes y egresados, y los directores de las Escuelas seguirían siendo nombrados a dedo por los decanos.

Estoy en completo desacuerdo, por considerarlo un abuso y una violación a la autonomía, con la injerencia de los entes externos en los asuntos universitarios, sin embargo, es criticable el silencio de la universidad y sus autoridades ante el inevitable hecho de la perdida de vigencia de la legislación universitaria y modelos arcaicos aplicados en la universidad.

Mientras la universidad se esfuerza por mantener y defender la estructura actual se deja a un lado la discusión por la tan necesitada transformación universitaria, no se fomenta el debate en las aulas, no se hacen mesas trabajos para que las propuestas de la comunidad universitaria formen parte de la nueva Ley de Educación Universitaria, la transformación universitaria tiene que ser el producto de la discusión que se dé en el seno de la comunidad y no impuesta de forma arbitraria por entes externos.

Las paradojas del saber académico

Las elecciones universitarias son calificadas como “elecciones académicas”, es por eso que antes de ver cuáles son las diferentes vertientes sobre el voto universitario debemos reflexionar las paradojas en torno al “Saber académico” ya que bajo ese concepto el valor del voto estudiantil es ínfimo porque aun no accedemos a “el conocimiento”

Imaginen si se planteara algo así para las elecciones nacionales: un joven de 18 años no tiene la experiencia de alguien de 40 años, no tiene el “conocimiento” de la historia, no ha vivido lo suficiente, ¿propondría alguien que el voto del joven valga un tercio que el de la persona adulta?; Imaginen que iremos a las comunidades indígenas a decirles que como ellos no tienen el “conocimiento” de un  profesor con Doctorado su voto no puede valer igual; entonces ¿Por qué si esa discusión no está planteada en unas elecciones nacionales, sí lo está en las universidades autónomas? Hay quienes piensan que “una elección a un cargo popular es distinta a la de un cargo académico”.

La esencia de la universidad es formar estudiantes para ser sujetos críticos, reflexivos y transformadores de la realidad; sin embargo, al hablar de jerarquías y méritos, nos terminan viendo como unos soldados, una especie de masa inertes y acéfalas que están sólo para seguir órdenes. Hay otros argumentos para este tipo de cosas que resultan tanto o más insólitos y reflejan el pensamiento elitista que hay que confrontar: el estudiante sólo estará cinco años en la universidad; en cambio, el profesor está al menos 25 años”; “el profesor, además, tiene una mayor conciencia de la realidad, es poseedor de un conocimiento al que el estudiante aún no accede.” A pesar de que solo estaremos un mínimo de 5 años en la universidad, ningún periodo de las autoridades universitarias dura más que eso, es decir, nosotros como estudiantes viviremos la consecuencia de la elección de una determinada autoridad en nuestro pasar por la universidad y pensar que no tenemos la capacidad crítica de discernir entre varias propuestas rectorales es menospreciar nuestra capacidad intelectual y es reflejo de que en la universidad se ha dejado de un lado la discusión y el debate de ideas intentado trasformar a los estudiantes en masas inertes que solo vienen a recibir el conocimiento del profesor.

Hay mucho camino por recorrer en materia de vinculación del egresado con la universidad, pero intentar excluirlo bajo argumentos tan pobres como “si hay una elección, los egresados decidirán porque son más” evidencia lo atrasada de algunas mentalidades que sólo piensan en coyunturas electorales, es como pretender que no se incluyan en una elección nacional a los jóvenes entre 18 y 24 años porque son el grueso de la población. Otro argumento usado en contra de los egresados: “serian los partidos políticos quienes al final decidirían, con sus maquinarias moverán a los egresados quienes votaran por la línea del partido” una vez más, ¿Será que la universidad olvido fomentar el pensamiento crítico suficiente para que un egresado pueda discernir entre varias propuestas? ¿Sera que los egresados también son vistos como masas inertes y acéfalas por aquellos que poseen la luz del “conocimiento”? por cierto, ¿Quién pone la maquinaria para traer en las elecciones universitarias a los profesores jubilados en taxis, ambulancias o aviones?

En relación a la constitución de la comunidad universitaria, se ha planteado que los empleados y obreros no forman parte de esta, el argumento se centra en cosas similares a las aplicadas para que el voto estudiantil tenga un valor ínfimo: “ellos no poseen el saber y el conocimiento que implica la academia” aunque existen empleados con postgrados y publicaciones y personal obrero que contribuye con la investigación científica en la universidad. La participación de ellos en los procesos electorales no se debe entender como una intromisión en asuntos de discusión de pensum o de plan de evaluación de una materia, la democratización pasa por el hecho de que empleados y obreros tengan derecho a voz y voto en temas que les competen, y la elección de las autoridades es uno de ellos, además que se deben estudiar formas para que puedan tener participación en los órganos de cogobierno.

No creemos que una elección a rector, a decano o a director de una escuela deba estar por encima de una elección presidencial. La aberración a la que ha llegado ese asunto meritocrático es que ni los profesores instructores ni los contratados votan. ¿Será tal el nivel de “saber” que se necesita para entender una propuesta programática en una elección rectoral? ¿Será que egresados, estudiantes, obreros, empleados e incluso profesores instructores o contratados somos unas masas inconscientes que no entenderemos el “elevado discurso académico” de los candidatos a rector, vicerrector o decano? El sistema de votación actual en las universidades autónomas obedece a un pensamiento elitista insostenible.

Órganos de Cogobierno

Aunque no es el tema central, estos órganos merecen mención (Consejo de Escuela, Consejo de Facultad y Consejo Universitario), en ellos se intenta agrupar a representantes de la comunidad universitaria y son la mayor instancia de toma de decisiones (después de la Asamblea y el Claustro).

El Consejo Universitario está integrado por el Rector, los Vicerrectores, el Secretario, los Decanos de las Facultades (11 para el caso de la UCV), cinco representantes de los profesores, tres representantes de los estudiantes, un representante de los egresados y un delegado del Ministerio de Educación.

El Consejo de la Facultad está integrado por el Decano, siete representantes de los Profesores, un representante de los egresados, dos representantes de los estudiantes y los directores de las Escuelas e Institutos quienes solo tendrán derecho a voz.

El Consejo de la Escuela está integrado por el Director de la Escuela, los Jefes de Departamento, cinco representantes de los profesores, un representante de los egresados y dos representantes de los estudiantes.
Estas estructuras también deben ser sujetas a revisión, a pesar de que los estudiantes y egresados tienen representación la mayoría de los miembros del Consejo de Escuela, Facultad y Universitario son profesores quienes al final terminan imponiéndose además que la representación de los empleados y obreros que hacen vida en la comunidad universitaria es nula. Otra de las críticas que han recibido estos órganos es que concentran mucho poder, toman decisiones académicas, legislativas, disciplinarias y administrativas.

Las vertientes sobre el voto universitario

1.      Statu quo:

El statu quo se entiende como la forma en la que las cosas se mantienen como están, representa una resistencia al cambio que muchas veces se refugia bajo la excusa de “así se ha hecho toda vida”. Aunque en la población estudiantil con la que he tenido la oportunidad intercambiar opiniones existen grades divergencias, la gran mayoría opina que el sistema actual debe cambiar.

En el sistema de elecciones actual, el valor del voto estudiantil es solo del 25% para mantener la proporción que anteriormente, cuando las elecciones eran secundarias, teníamos en la Asamblea de Facultad y Claustro Universitario.

2.      Porcentual

Los que defienden esta tesis proponen que a cada gremio que hacen vida en la comunidad universitaria se le asigne un valor porcentual a su voto, por ejemplo: Profesores 45%, Estudiantes 25%, empleados 20% y egresados 10%

Sin embargo, no está claro cuales serian los criterios utilizados para designar la ponderación y al final seguiría predominando la desigualdad entre los diferentes gremios que hacen vida en la universidad, además, hay casos como en la escuela de Letras que solo hay un empleado, en este caso, el 20% de la votación recaería en una persona.

3.      Paritario

Esta propuesta consiste en que la totalidad de la población electoral de cada gremio sea igualada, por ejemplo: 150000 votos de egresados = 50000 votos estudiantiles = 8000 votos profesorales = 3000 votos de empleados, visto de otra manera 1 voto de un empleado valdría 3 votos de profesorales, 16 votos estudiantiles y 50 votos de egresados, ¡ojo! Tengamos en consideración que estoy utilizando cifras aproximadas del número de personas que agrupa cada gremio
Al igual que la propuesta porcentual, al final termina valiendo más el voto de un sector  que el de otro y se mantendría la desigualdad.

4.      Igualitario:

Esta propuesta consiste en no ponderar en valor de los votos y que todos valgan lo mismo, por ejemplo: 1 voto de egresado = 1 voto estudiantil = 1 voto profesoral = 1 voto de empleado garantizando la igualdad de condiciones y derechos.

No es un problema de fondo

Aunque los estudiantes aumentemos nuestro peso político en las elecciones universitarias esto no resuelve los problemas de fondo, el tema del voto universitario solo debe ser visto como una pequeña parte de la trasformación universitaria. Lamentablemente muchos de nosotros lo estudiantes hemos perdido el interés por la crítica, el debate, el intercambio de idea y por relacionarnos y vivir la universidad. Esto trae como consecuencia que a la hora de ejercer nuestro derecho al voto no sabemos por quién votar ni las razones por la que lo hacemos y nos dejamos  manipular, como masas acéfalas, por las tan conocidas “chuletas” que al final son un factor importante en la adjudicación de victorias electorales, es decir, muchas veces nuestros representantes estudiantiles o autoridades universitarias, no son los del mejor perfil sino los de mejor maquinaria para repartir chuletas con su nombre, maquinarias que en muchos casos son impulsada por los partidos políticos.

El reto de nosotros, los dirigentes estudiantiles, se debe enfocar en promover el pensamiento crítico entre nuestros estudiantes para que sean capaces de discernir ante cualquier situación y para que jamás seamos calificados como masa inerte, acéfala y sin el suficiente “conocimiento académico”.


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